-¿Y a quien invocamos?- dijo C. Los otros dos chicos se encogieron de hombros. La decisión no era nada fácil. Aquel tablero representaba una infinita barra libre de difuntas celebridades con las que contactar. La elección se les antojaba muy complicada. Pasaron cinco minutos, diez minutos...y por fin L dijo:
-¡Ya lo tengo, vamos, dedos al vaso!-Excitados posaron sus dedos índices sobre el vasito situado en el centro de la Ouija. Sus rostros se veían muy serios iluminados por la luz de las velas.
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